𝐀 𝐒𝐀𝐍 πŒπ€π‘π“πˆ́𝐍 π‡π€π˜ 𝐐𝐔𝐄 πŒπŽπ’π“π‘π€π‘π‹πŽ π‚πŽπŒπŽ 𝐒𝐄𝐑 π‡π”πŒπ€ππŽ, 𝐍𝐎 π‚πŽπŒπŽ 𝐔𝐍 𝐒𝐄𝐑 𝐃𝐄 ππ‘πŽππ‚π„ 𝐎 πŒπ„π“π€π‹ - Enrique Galiana

 

San MartΓ­n era masΓ³n. “Sientan todos, escuchen todos, abrΓ‘cense y griten”. PertenecΓ­a a la congregaciΓ³n de Londres y obedecΓ­a las Γ³rdenes de Londres. 

Nosotros estuvimos sometidos al monopolio espaΓ±ol como la huerta de EspaΓ±a. TenΓ­amos que producir todos los productos primarios. EspaΓ±a nunca se industrializΓ³ y era el patio trasero de Europa. San MartΓ­n era un hombre que no tenΓ­a idea de la industrializaciΓ³n americana. 

San MartΓ­n era esclavista. TenΓ­a a su esclava Josefa en Mendoza, con la que tenΓ­a un hijo. Γ‰l vende a su propio hijo. Llega a Lima, se junta con una mujer y tiene otro hijo. Al cual no lo reconoce. A San MartΓ­n hay que mostrarlo como ser humano, no como ser de bronce o de metal. Tuvo gravΓ­simos errores. 

Alvear y San MartΓ­n se pelearon por el poder polΓ­tico. En esa pelea, San MartΓ­n tiene que irse como jefe del EjΓ©rcito del Norte. DespuΓ©s se va a formar el EjΓ©rcito Libertador.  

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